Diez pasos para superar el despecho
Hay muchas formas de definir el despecho, pero lo más habitual es explicarlo como una reacción emocional que implica ego herido, desapego, dolor y pérdida. Es una situación dura porque produce emociones primarias diferentes como rabia y frustración.
Definir qué es el despecho y explicar qué lo produce son dos cosas muy parecidas, porque el despecho es el estado de ánimo que se experimenta tras una ruptura, y eso es precisamente lo que lo provoca: la ruptura en sí, independientemente de que ocurra por ser abandonado por el otro, por decisión propia o por una infidelidad.
El despecho es directamente proporcional a la propia capacidad para desprenderse, para adaptarse a la nueva situación y para aceptar que la relación ha llegado a su fin. Y al sufrir despecho hay muchas acciones que se llevan a cabo, pero las peores de todas son intentar seguir en contacto con el otro, tratar de saber de la otra persona continuamente y hacerse daño a uno mismo pensando que se puede revertir la situación y que todo puede volver a ser como antes.
En lugar de dejarnos llevar por esas sensaciones, podemos seguir algunos consejos que nos ayudarán a superar el despecho:
Apoyarse en los amigos
El apoyo de amigos que entiendan nuestra tristeza y puedan ayudarnos en los momentos de debilidad (como por ejemplo si queremos buscar a la otra persona) es una buena ayuda cuando se siente despecho.
Poner dstancia
Nada de llamadas telefónicas. Nada de mensajes. Nada de correos electrónicos. Nada de redes sociales. Muchas personas pueden quedar como buenos amigos tras una ruptura, pero se necesita tiempo para sanar. durante ese tiempo, lo mejor es poner tierra de por medio y no mantener contacto.
Hacer cosas diferentes
No es recomendable hacer lo mismo que se solía hacer durante la relación. Es un buen momento para probar cosas nuevas.
Mantener una buena alimentación
Si la tristeza hace que no tengamos apetito o «no nos entre la comida», hay que comer al menos algo que alimente. Superar una ruptura (o un duelo) hace que nos cansemos y consume mucha energía.
Racionalizar
En los momentos de tristeza hay que pensar muy bien por qué no ha funcionado la relación, y centrarse en que nos queremos más de lo que necesitamos al otro.
Sentir la pérdida y llorar
Al igual que lloramos a los seres queridos que se han marchado, tenemos que llorar la ruptura, pero sin quedarnos en ese mar de lágrimas ni paralizarnos emocionalmente. No es lo mismo salir de la tristeza que quedarse estancado en el drama continuo.
Pedir ayuda
Si vemos que la apatía y las emociones nos superan, hay que dejarse ayudar antes de que caigamos en la depresión.
Pensar en posibles patrones
¿Se ha repetido la situación en relaciones anteriores? Si la respuesta es «Sí», hay que plantearse por qué hemos escogido a esas parejas. Un patrón que se repite puede indicar dónde está el problema.
No caer en el sentimiento de culpa
Culparnos no nos va a ayudar. Aunque hayamos podido cometer algún error, no hay que mantener una eterna sensación de culpa. Tampoco seguir el dicho de «un clavo saca a otro clavo». Tenemos que dedicar tiempo a aprender de la situación para poder crecer.
No temer la soledad
La soledad puede ser muy buena para reencontrarse con uno mismo, y saber que calemos por quiénes somos, no por si tenemos o no pareja. Es también un tiempo que podemos dedicar a nuestros amigos y familiares, y para enriquecernos a nivel personal. Esto puede servir para que las futuras relaciones sean más sanas y satisfactorias.